RESEÑAS
Duque Silva, Guillermo Andrés. (2019). En ausencia del enemigo: El concepto de lo político en el siglo XXI y la apertura a la dicotomía amigo – no amigo a partir de la obra de Carl Schmitt
Duque Silva, Guillermo Andrés. (2019). En ausencia del enemigo: El concepto de lo político en el siglo XXI y la apertura a la dicotomía amigo – no amigo a partir de la obra de Carl Schmitt
Cuadernos de investigación histórica, núm. 39, pp. 243-252, 2022
Fundación Universitaria Española
DUQUE SILVA GUILLERMO ANDRÉS. El concepto de lo político en el siglo XXI y la apertura a la dicotomía amigo – no amigo a partir de la obra de Carl Schmitt. 2019. España. Fundación Universitaria Española. 189pp.. 978-84-7392-941-7 |
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Recepción: 07 Febrero 2022
Aprobación: 16 Febrero 2022
Publicación: 16 Septiembre 2022
DUQUE SILVA, GUILLERMO ANDRÉS. EN AUSENCIA DEL ENEMIGO. EL CONCEPTO DE LO POLÍTICO EN EL SIGLO XXI Y LA APERTURA A LA DICOTOMÍA AMIGO-NO AMIGO A PARTIR DE LA OBRA DE CARL SCHMITT. EDITORIAL FUNDACIÓN UNIVERSITARIA ESPAÑOLA. 2019.
La Fundación Universitaria Española ha tenido el honor de publicar la Tesis Doctoral del investigador y profesor Guillermo Andrés Duque Silva dentro de su colección Tesis Doctorales Cum Laude. El libro que el lector tiene hoy entre sus manos En ausencia del enemigo: El concepto de lo político en el siglo XXI y la apertura a la dicotomía amigo – no amigo a partir de la obra de Carl Schmitt es una obra pertinente y necesaria, un referente para todas aquellas personas que quieren seguir profundizando en la obra del gran jurista alemán.
El libro surge a partir de la inquietud que ha generado en la filosofía política contemporánea lo que su autor, Guillermo Duque, denomina como "el retorno de Carl Schmitt". En las últimas dos décadas los conceptos sobre lo político y el estado de excepción de Carl Schmitt han cobrado un interés especial y han dado lugar a una abundante bibliografía; desde lugares insospechados en el espectro teórico e ideológico.
Duque Silva resalta que el interés por Carl Schmitt en el siglo XXI es un resultado indirecto de la crisis del marxismo como sistema ideológico a finales del siglo XX; de manera que la retirada parcial del materialismo histórico habría dejado cierto “vacío teórico” respecto a la cuota de conflicto que requiere la teoría social de la democracia para explicar qué es la política y lo político. Dicha necesidad encuentra respuesta, hoy, en la oferta de conceptos beligerantes que dejó Schmitt. El autor destaca que, además, el retorno a Carl Schmitt es también un fenómeno que demuestra otra crisis, una menos evidente en términos históricos: la de un liberalismo político que se encuentra en aprietos en la tarea de darse fundamento como ideal hegemónico dentro de sus propios marcos. Eso puede explicar, en parte, la vigencia creciente de este jurista alemán tanto en el pensamiento marxista como en el liberal, incluso en los círculos académicos y políticos que años atrás, paradójicamente, lo censuraban por considerarle un filósofo ultraconservador.
El autor invita los lectores a plantear reservas y dudas razonables sobre el tipo de “retorno a Carl Schmitt” que encontramos en la filosofía contemporánea, pues más allá de la cita conveniente y polémica que provee el jurista de Plettenberg, se encuentran casos de acomodos e interpretaciones desviadas que intentan “suavizar” o “exagerar” los aportes de Carl Schmitt oponiendo el interés demoliberal actual al enfoque evidentemente antiliberal schmittiano. A partir de una revisión sistemática de la literatura, Duque Silva argumenta que el actual “retorno a Carl Schmitt” ha servido, principalmente, como un recurso argumentativo para fundamentar proyectos filosóficos que, al final de cuentas, se ubican en contraposición del enfoque teórico de Schmitt, de tal modo que la pregunta ¿qué argumentaría Carl Schmitt acerca del siglo XXI? queda, generalmente, sin resolverse. Es decir que, según Guillermo Duque, muchos pensadores contemporáneos usan a Schmitt para descifrar el presente político, pero luego lo abandonan y de hecho le contradicen, especialmente cuando el hilo de la argumentación los conduce a posiciones políticamente incorrectas desde el punto de vista liberal.
El libro invita al análisis de las múltiples referencias a Carl Schmitt en los textos contemporáneos para demostrar que, en medio de ellas va quedando un vacío que delimita una frontera de conocimiento en torno a lo que el propio Schmitt opinaría respecto a los acontecimientos del siglo XXI. Esa situación orienta todo el libro, y se concreta en la pregunta: ¿Cómo actualizar el concepto de lo político al siglo XXI y brindar a la vez continuidad a la esencia crítica del liberalismo de Carl Schmitt?
Para abordar esta pregunta de investigación, Duque Silva no sólo analiza la obra de Carl Schmitt, especialmente su producción entre 1914 y 1935, sino que toma como referencia los planteamientos de dos pensadores contemporáneos que se basan en Carl Schmitt para hacer sus propias propuestas sobre lo político en el siglo XXI: Giorgio Agamben y Chantal Mouffe. Con una exégesis a estos dos autores, Guillermo Duque emprende la tarea de demostrar la existencia de una lectura autocensurada de Carl Schmitt en la filosofía política del presente.
Algo a destacar en el análisis propuesto en este libro es que, además de los planteamientos de Mouffe y Agamben, el autor hace un énfasis en las exclusiones y omisiones deliberadas que, tanto la filósofa como el pensador, realizan ante los planteamientos más radicales de Schmitt. Esas omisiones, por un lado, representan la lectura más sesgada y auto contenida que se hace de Carl Schmitt en la actualidad y, por otro lado, delimitan los aspectos que todo pensador schmittiano debería tener en cuenta para elaborar una lectura realista de lo político en el siglo XXI.
Respecto al método de investigación, la labor de Duque Silva consistió en una triangulación entre la obra de Schmitt y la obra completa de Agamben y Mouffe. Sobre Giorgio Agamben, el análisis cubre el periodo desde el libro Homo Sacer de 1991 hasta El uso del cuerpo de 2015 y acerca de Chantal Mouffe, Duque Silva analiza todos sus libros desde su primera obra de juventud, “la paradoja democrática” hasta “Agonistic” de 2014. El resultado de esta triangulación es muy interesante, pues demuestra que ni el Schmitt de Mouffe, ni el de Agamben dan cuenta de un hecho central para comprender lo político en el siglo XXI. Ni Giorgio Agamben, ni Chantal Mouffe se percatan de que la noción de enemigo político es inconstatable en la realidad política actual, que la hostilidad máxima que encierra la enemistad ha desparecido, ninguno de estos dos autores logra dimensionar además que aquello, en términos schmittianos, implica que vivimos en una época sin política.
A partir del desarrollo de esta metodología, el libro logra sustentar la hipótesis según la cual con el paso al siglo XXI y después de la era del amigo-enemigo, se inaugura una etapa de relaciones despolitizadas, es decir de falsos conflictos entre amigos – no amigos. La noción de no-amigo surge del análisis de un ensayo inédito de Carl Schmitt de 1938, hallado en el archivo estatal de Dusseldorf y que 80 años después sirve como faro para pensar qué es lo político en el siglo XXI. El libro se divide en tres partes. En la primera el autor nos propone una descripción de la obra de juventud de Carl Schmitt, en el segundo nivel, por otra parte, analiza críticamente la interpretación que de Schmitt hacen, tanto Chantal Mouffe y como Giorgio Agamben y en la tercera parte nos conduce a un reto como lectores: discutir su propuesta explicativa de lo político en el siglo XXI a partir de la noción de no-amistad.
En el primer nivel se presenta el resultado de un estudio de la primera etapa de la obra de Carl Schmitt. Es un análisis completo del recorrido que el autor realiza desde su tesis de habilitación en 1914, hacia el concepto de lo político. Una virtud en esta primera parte es la representación de la división en la perspectiva de Carl Schmitt sobre lo político a través de una metáfora: la del dios bifronte Jano, capaz de ver con una cara el pasado y con la otra el futuro de los acontecimientos: La primera cara de Schmitt, según Duque, es la del teólogo de la política y la segunda cara la del filósofo de lo político. La primera cara ofrece una explicación al origen de la política, el Estado y el derecho y la segundo un planteamiento sobre la praxis política y los fines de lo político en lo que hoy llamaríamos la esfera pública. Mientras la primera etapa es el resultado de una perspectiva neoplatónica en la que se plantean abstractas teorizaciones respecto al origen del derecho y el Estado, en la segunda etapa predomina la cuestión por lo público y la pregunta por el papel que juegan las agrupaciones políticas en la búsqueda de nuevas aperturas históricas para el ejercicio de la soberanía. La Teoría y la Praxis se complementan en esta doble mirada del Jano de Schmitt que propone Duque.
En esta primera parte de la investigación predomina un diálogo entre el texto y el contexto de Schmitt. En lugar de condenar o eludir su polémica experiencia vital – por ejemplo, su paso por el nazismo - estos hechos históricos son analizados como una base imprescindible para comprender el pensamiento schmittiano. Como lo plantea Carlo Galli, es a partir de y no a pesar de la polémica experiencia política de Schmitt, como se puede entender la autenticidad y pertinencia de los planteamientos de Carl Schmitt. Para Carl Schmitt la condición existencial o histórica de Estado como unidad política básica se deriva de la existencia previa de lo político. Lo político es anterior al Estado, lo político se define en la lucha, en ocasiones a muerte, entre colectividades que buscan la instrumentalización del Estado y con ello su redefinición. En consecuencia, el Estado es un poder históricamente construido, es la expresión del triunfo de colectividades en contienda. Una colectividad que triunfa en el nivel preestatal gana con ello el derecho a ejercer la soberanía, suspender el orden legal y decidir en y sobre el Estado de excepción. Desde esa perspectiva el soberano es quien, después de triunfar en la contienda amigo-enemigo, gana el derecho a decidir en y sobre el Estado de excepción. Para Schmitt la decisión es la versión política del milagro creador de la teología. Solo es soberano quien es capaz de “crear” en este caso derecho y Estado, a través de una decisión libre de condicionantes externos y según sus propios criterios ideológicos. Duque nos recuerda que aquella era la forma como se relacionaban los conceptos de amigo- enemigo, Estado de excepción y soberanía en Schmitt.
El primer nivel de la investigación permitió advertir que una propuesta completa de lo político contemporáneo deberá tener en cuenta ambas caras del “Jano schmittiano” dado que el concepto de lo político constituye la sustantivación o versión concreta de la teología política de Carl Schmitt. En el segundo nivel de la investigación Duque nos presenta el resultado de la triangulación Schmitt-Mouffe-Agamben. Según Duque, estos dos autores contemporáneos, Chantal Mouffe y Giorgio Agamben, se enfocan, cada uno, únicamente en una de las dos caras del Jano schmittiano que describió en la primera parte del libro. Así, en Chantal Mouffe identificamos una actitud positiva ante la pérdida del enemigo schmittiano. Para ella la reducción de la hostilidad es la oportunidad que necesita para edificar el concepto del adversario político. La principal crítica realizada por Guillermo Duque hacia Chantal Mouffe es relativa al enfoque “suavizador” elegido por la filósofa, lo que para Mouffe es una oportunidad para “arrastrar a Carl Schmitt” a las arenas demoliberales predominantes en el presente, es realmente el mayor problema que genera de la despolitización neoliberal del siglo XXI, según Duque. La reivindicación al adversario político, como ese “enemigo domesticado” que realiza Mouffe, cierra las puertas de acceso a otros terrenos de la argumentación sobre el conflicto político, por ejemplo, aquellos que remiten a los canales no institucionales y extralegales e ilegales de acción política, que, aunque Mouffe no los tenga en cuenta en teoría, si operan en la práctica. En otras palabras, Duque Silva “diagnostica” que Mouffe sólo interpreta una de las dos "caras del Jano" de Schmitt; la segunda cara, aquella que remite a la praxis política en la vida pública institucional. A Mouffe le faltan las acciones excepcionales del Schmitt teólogo de lo político. En palabras de Duque, Chantal Mouffe prescinde del milagro creador de Estado y de Derecho que representa la decisión en el Estado de Excepción schmittiano.
Por otra parte, Duque analiza el caso de Giorgio Agamben como lector de Schmitt. Este filósofo italiano se basa en la teoría del Estado de excepción de Schmitt, para indicar que en el siglo XXI no hay nada más normal que el estado de excepción, es decir que vivimos en un Estado de excepción permanente. Recordemos que el mundo es para Agamben un gigantesco campo de concentración. Este autor nos ofrece un panorama apocalíptico, pesimista, en el que los actores sociales que activan la “máquina gubernativa de Occidente”, como él la llama, torturan en vida al sujeto contemporáneo desde el anonimato y al margen de cualquier definición sustantiva e histórica. La crítica a la totalidad de la obra agambeniana analizada por Duque indica que el filósofo italiano mantiene un nivel de abstracción tal, que llega a tornarse en una suerte de indeterminación de lo real, lo que hace imposible la explicación del presente como un estado de excepción permanente, con actores sociales concretos a quienes identificar como soberanos. Desde el planteamiento de Agamben, nos plantea Duque Silva, es imposible definir quien, quienes o qué, instituciones, gobiernos o personas, deciden en y sobre el Estado permanente de excepción, en consecuencia, es imposible también materializar la noción de enemigo como lo planteó Schmitt. Es decir que en la teoría de Agamben no se define quien, concretamente, ejerce la soberanía hoy y quién concretamente ocupa el lugar del enemigo. En diálogo con la primera parte del libro, Duque Silva concluye que Agamben sólo ve una de las dos caras del Jano schmittiano. La de teólogo de lo político. Ignora por completo la función estructurante del conflicto político en la vida pública.
Guillermo Duque nos plantea en este punto una cuestión sobre la ausencia del enemigo schmittiano en la lectura de Mouffe y Agamben: ¿Por qué no puede constatarse la noción de enemigo en estos reconocidos lectores de Schmitt? La respuesta que nos ofrece el autor supone ofrecer cierta indulgencia a Mouffe y Agamben: No está presente el enemigo en sus teorías, porque tampoco puede constatarse su presencia en la realidad dado que, en el siglo XXI, la enemistad política ha desaparecido, no solo en la teoría, sino en la práctica que impone una era de despolitización liberal. Como una alternativa para saldar las deudas de Mouffe y Agamben, identificadas en la forma como interpretan a Schmitt, Duque Silva propone el retorno a una la noción de no-amigo, a la que se refirió Schmitt en algunos de sus textos. En la tercera y última parte del libro Guillermo Duque propone esta noción de no-amistad como la más adecuada para comprender lo político en el siglo XXI guardando fidelidad con enfoque crítico liberal de Carl Schmitt.
Guillermo Duque indica en esta parte final del libro, que decir que en la actualidad no prevalece la enemistad, sino la debilidad hostil del "no-amigo" significa poner en cuestión la transparencia, solidez y sinceridad de los antagonismos políticos que caracterizaron el siglo XX. Supone poner en duda el valor político de la amistad y la enemistad tal como la conocimos hasta el final de la Guerra Fría. La no-amistad implica la suspensión contingente, parcial y conveniente de la amistad liberal, predominante hoy. A diferencia de la enemistad, en el terreno de la no-amistad todo asunto es susceptible de ser negociado, los fundamentos ideológicos, que antes eran inamovibles, tienden a la maleabilidad, el relativismo o, inclusive, la inexistencia, las hostilidades políticas se debilitan a niveles mínimos, pues las reivindicaciones sociales no representan riesgo alguno de ruptura con el liberalismo, sino un reclamo permanente de ensanchamiento, hasta la desfiguración, de la democracia y el Estado liberal. Los niveles de interdependencia que plantea la no-amistad, a diferencia de la ruptura que supone la enemistad, hacen que cualquier ataque franco y directo, entre no-amigos, termine afectando no solo a quien lo recibe sino, también, a quien lo emite. En síntesis, según Duque no es el adversarialismo mouffenao, ni la excepción permanente de Agamben lo que caracteriza al siglo XXI, sino vivimos en el relativismo de las relaciones antagónicas que encierra el concepto de no-amistad. Duque concluye que la propuesta teórica de la no-amistad como de lo político contemporáneo tiene en cuenta las dos caras del Jano con que hemos representado el pensamiento de Schmitt. Por un lado, la no-amistad en la esfera pública nacional e internacional cuenta con características que incluyen acciones excepcionales y que por ello saldan la deuda de Mouffe. Por otro lado, el trasfondo teológico con actores soberanos definidos en la no-amistad salda el déficit de actores sociales concretos que se percibe en la propuesta de excepcionalidad permanente de Agamben.
Sobre lo primero, la esfera pública nacional e internacional con acciones excepcionales, Duque destaca cuatro características y consecuencias de la despolitización que genera la no-amistad. La primera consiste en ubicar relaciones de no-amistad en la base de la crisis de la participación y representación democrática. La no-amistad representa la banalización creciente de las ideologías y la pérdida de importancia de las identidades políticas. Por otra parte, la segunda característica de la relación amigo – no amigo indica que el Estado representa un principio de coacción orden que ha dejado de ser la expresión unitaria de la soberanía. De tal forma que la soberanía pasa a entenderse en los términos de una unidad fragmentada. En tercer lugar, se encuentra la indeterminación entre los estados de guerra y paz. Según Duque Silva, la (nótese las comillas) "paz" liberal, sirve de eufemismo para ocultar una situación en la que se hace imposible determinar dónde comienza la paz y dónde termina la guerra, de manera que se impone un nivel intermedio, por lo demás permanente, entre la guerra y la paz que resulta más rentable y efectivo para legitimar el liberalismo que la guerra o la paz declaradas contra cualquier opositor ideológico. La volatilidad del enemigo que representa la noción de no – amigo, abre las puertas a formas difusas, mezquinas, paramilitares, ilegales pero efectivas de dominación. Y finalmente como cuarta característica de la no-amistad, Guillermo Duque nos indica que la enemistad en política internacional deja de derivarse directamente de la distribución del poder en el sistema mundial, para surgir de la inferencia que realizan los gobiernos liberales sobre la peligrosidad de los demás Estados con los que interactúan. En las hostilidades internacionales de hoy, según Duque, no hay un enemigo exterior propiamente dicho sino, simplemente y siempre, percepciones de peligrosidad. Bajo esa lógica, a la guerra preventiva le sucede la guerra indirecta, un escenario que, al igual que en un teatro de sombras, permite las agresiones a través de terceros al tiempo que evita la confrontación directa. El autor aporta varios ejemplos sobre este tipo de guerra indirecta, siendo el caso de la guerra en Siria el ejemplo paradigmático de no-amistad en el siglo XXI: se rompen las relaciones de no-amistad entre los países que participan en el conflicto para pasar a atacarse a través de intermediarios y con “mando a distancia”. Según Duque un ataque directo, es decir entre auténticos enemigos, generaría un efecto bumerán, un auto flagelo, que afectaría, no solo a quien recibe los ataques, sino al propio atacante debido a la interdependencia comercial entre las potencias implicadas.
Por otra parte, por el lado del estado de excepción con actores soberanos concretos, Duque explica que son los Tribunales Supremos, las Cortes Constitucionales y lo que se ha denominado como el “gobierno de los jueces”, por un lado, y los poderes ejecutivos concentrados, por otro lado, quienes actúan como soberanos al exigir el sacrificio de los propios valores liberales a la ciudadanía a cambio de una mayor percepción de protección liberal. En este siglo, según Duque, el sacrificio y el autoritarismo liberal caracterizan a la clásica noción de pacto o contrato social.
El libro concluye indicando que el amigo – no amigo representa las contradictorias hostilidades en que se ve inmerso el liberalismo en ausencia de un enemigo real, de un opositor ideológico que le desafíe en su totalidad como sistema en el siglo XXI. La categoría de no – amigo ayuda a comprender la lógica de las relaciones internacionales en conflictos en los que no se logra distinguir, a plenitud, el estado de guerra del estado de paz. En aquellos niveles intermedios, algunos Estados liberales se benefician, al margen de la legalidad, de participar indirectamente en conflictos, alimentando relaciones que, no obstante, su hostilidad, nunca llegan a materializarse en agresiones directas. Guillermo Duque Silva aporta una interpretación schmittiana de lo político en el siglo XXI, una época que muestra los síntomas de un proceso de despolitización en la extinción misma del enemigo. Es ahí donde reemerge la categoría no – amigo que Schmitt propuso en 1938: aquel que no es un enemigo y que tampoco es un amigo, ese “Otro” al que contingentemente el liberalismo hegemónico impugna en virtud de las circunstancias o de la percepción permanente y conveniente del riesgo. Aquel no – amigo, según Duque, emerge en el siglo XXI para mantener viva la política “por medios artificiales” en una época en que el enemigo público, interno o externo, tiende a desaparecer. Es importante reflexionar, a partir de la lectura de “En ausencia del enemigo” que según Guillermo Duque el conflicto sigue siendo la base fundamental de lo político, como lo planteó Schmitt, solo que, en el triunfo de la ideología liberal, característico del siglo XXI, el antagonismo se sostiene por vía de la auto referenciación. Los estados liberales ven suspendida contingentemente sus relaciones de amistad con algunos individuos, grupos políticos y Estados y regiones del mundo, sin que ello implique un riesgo o desafío existencial a sus vínculos soterrados de amistad e interdependencia comercial. El autor nos invita a reflexionar respecto a los enemigos del liberalismo que en el siglo XX representaron el comunismo y los regímenes nacionalistas conservadores, indicando que hoy dejan un lugar vacío a disposición de causas que son bienvenidas para el liberalismo siempre que no le plantean un desafío radical de superación. En palabras de Duque, lo político en el siglo XXI se caracteriza por la presencia de una rebeldía superficial en actores sociales a los que se les ha negado el honorífico lugar del enemigo, para reducirles a la útil, conveniente e hipócrita zona de la “no amistad”.
La no– amistad, en conclusión y en la línea de pensamiento del autor, se encierra en la situación de aquellos hombres, Estados y regiones del mundo que salen contingentemente de la comunidad infinita de amistad liberal para librar falsas y débiles hostilidades que solo sirven para justificar reformas, generalmente aditivas, en las instituciones y sistemas de gobierno. La relatividad del status belligenrandi de los no - amigos justifica su tortura permanente, ya que sus triunfos momentáneos sólo sirven, al final de cuentas, para legitimar el orden liberal de las cosas. Si Mouffe se inclina por “vestir de adversario al no-amigo” y ensalzarlo y Agamben nos conduce a un extremo pesimista en el que todos (y a nadie) somo enemigos de la máquina gubernativa occidental; Duque Silva denuncia el emerger de la no-amistad como un síntoma de la mecanización total de la vida a la que nos dirige la actual hegemonía liberal. Dicha denuncia mantiene fidelidad con el enfoque antiliberal schmittiano pues invita a un retorno a las enemistades auténticas, por vía de la activación de las identificaciones ideológicas antagónicas, pues por conflictivas que sean, son políticamente ineludibles.
Para Guillermo Duque, el recorrido histórico del concepto de enemigo que inició Schmitt se cierra en el proceso de despolitización de la categoría: no – amigo. De modo que el enemigo político de 1927, el sustancial y el total de 1935 a 1945 y el interno de la “Teoría del partisano” de 1963 “llegan al puerto” de la vida sin política en el siglo XXI, para extinguirse y reducirse a tristes excusas para la nostalgia, a menos que podamos evitarlo, como propone Duque, planteándole un auténtico desafío existencial al (neo) liberalismo. Es un libro honesto, crítico y comprometido, nos hallamos ante una obra de lectura recomendada y, ciertamente, casi obligada para todos los estudiosos de la personalidad y obra de Carl Schmitt.
Referencia bibliográfica
Duque Silva, Guillermo Andrés. (2019). En ausencia del enemigo: El concepto de lo político en el siglo XXI y la apertura a la dicotomía amigo – no amigo a partir de la obra de Carl Schmitt. Madrid. Fundación Universitaria Española.